Ciudad de México.- Han pasado cuatro meses de permanecer confinados en casa, saliendo sólo para tareas esenciales. Esto ha implicado cambios de rutina, dejar de hacer actividades que nos gustan o adaptarlas al contexto de la pandemia. Hemos experimentado ansiedad, enojo, aburrimiento, miedo, frustración y ha habido cambios observables como dejar de hacer ejercicio, comer en exceso, tener insomnio y otras conductas que se convierten en fuentes añadidas de malestar.
Esta experiencia nos resulta muy entendible y, aunque nos parezca ilógico, existen personas que no están deseosas de que esto pronto termine. Poder salir nuevamente a la calle, ver a la familia y a los amigos, y regresar a nuestras actividades cotidianas, aunque éstas se planteen dentro de una “nueva normalidad”, no resulta atractivo para todos. Hay quienes pueden experimentar miedo y ansiedad de reincorporarse a las actividades, esto es a lo que se le ha llamado “Síndrome de la Cabaña”, aludiendo a la cabaña como ese lugar seguro en el que la persona ha pasado todo este tiempo.
El Síndrome de la Cabaña es un fenómeno psicológico “natural” ante tanto tiempo de confinamiento, más aún si se ha pasado sin compañía.
Circe Montes de Oca, coach de apoyo psicoemocional en Pronokal México, explica que quien experimenta Síndrome de la Cabaña se adaptó a las circunstancias, encontró en el aislamiento social seguridad, tranquilidad, más horas de sueño, etcétera, y salir nuevamente implica renunciar a esa zona de confort. Pero también puede significar reincorporarse a contextos que resultan poco estimulantes, regresar al estrés del transporte público, el tráfico, un ambiente laboral desagradable y hasta exponerse con
algunos kilos de más.
La pandemia sigue su curso y el riesgo de contagio es real. Si alguien cercano se enfermó o si esta experiencia fue complicada e incluso hubo alguna pérdida personal, se convierte en un escenario de vulnerabilidad donde el miedo es comprensible. Pero lo que hace particularmente difícil el regreso para estas personas es la sensación de que todo está fuera de su control y no tienen las habilidades necesarias para afrontarlo. Evitan salir renunciando a experiencias valiosas para su vida (regresar al gimnasio o ver a los amigos) y tienen episodios de ansiedad intensa al anticipar aquellas tareas que no podrán eludir. Ambas condiciones significan un sufrimiento que disminuye la calidad de
vida y pone en riesgo su salud.
¿Qué puedo hacer si reconozco que padezco Síndrome de la Cabaña?
Primero, programa salidas graduales. Empieza saliendo a calles cercanas de casa, por un tiempo corto hazlo acompañado y después inténtalo a solas. Es recomendable salir a hacer algo que te resulte agradable (pasear a tu mascota, tomar el sol, sentarte a leer en un parque, hacer caminata) para que de manera natural quieras volver a intentarlo. Puedes hacer un calendario donde definas con anticipación qué día(s) y en qué momento llevarás a cabo la tarea.
Al final pregúntate cómo te sientes de haber logrado este propósito y, sobre todo, enfócate en que todo está bien. No esperes a sentirte bien o con ganas para hacerlo, ¡simplemente hazlo! Verás que después llega la sensación de mejoría y confianza.
Segundo, procura tener las medidas de higiene recomendadas (cubrebocas, gel antibacterial, estornudo de etiqueta, mantener la sana distancia), de tal forma que la sensación de seguridad esté presente. Evita estar en contacto excesivo con noticias que alienten tu miedo y busca fuentes confiables. Las redes sociales no suelen ser lo mejor, ya que estos espacios suelen recolectar miedos de los que estás intentando distanciarte. Es importante estar informado, pero con medida.
Tercero, no pierdas el contacto con otros. Los mensajes, llamadas y otros recursos son medios eficaces y seguros para no renunciar al contacto social. Si te das cuenta de que te has alejado, recupera a esas personas importantes con las que has compartido momentos agradables. Puedes incluso platicar con ellos sobre cómo te sientes, verás que obtendrás mensajes que te darán la confianza que buscas.
Si esto no es suficiente para sentirte mejor, busca ayuda profesional. “No hay nada malo en ti, estás respondiendo para protegerte, pero esta solución es momentánea y después será un problema mayor. Tener miedo es normal, es una respuesta natural a lo que estamos viviendo, pero no permitas que te aleje de lo que valoras ni de la vida que deseas”, concluyó la experta.
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