Por Abelardo Lara
Country manager de Veeam México
Sin duda, las crisis son las mejores impulsoras de la innovación y si algo positivo nos ha dejado la pandemia de COVID-19 por la que estamos atravesando es el notar nuestra capacidad de resiliencia y adaptabilidad y el encaminarnos hacia la innovación.
Durante 2020, presenciamos cómo las necesidades pueden cambiar de un momento a otro; lo que pudo haber sido una idea futurista en la que aún no era tiempo de invertir, unos meses después se ha convertido en la inversión de misión crítica del momento.
Día a día comprobamos que continuamos evolucionando, que la situación está modificando casi todos los aspectos de nuestra vida y que todo indica que no habrá retorno. En el terreno personal, la forma en que vivimos, estudiamos, nos ejercitamos, convivimos, etcétera, ha cambiado por completo, mientras que en el ámbito de los negocios son visibles los ajustes que las organizaciones han tenido que llevar a cabo para continuar interactuando con sus clientes y proveedores y para seguir haciendo negocios, al igual que es claro que los hábitos de compra y de logística y entrega/recepción de productos son distintos a los de hace apenas algunos meses.
Innovar es esencial para adaptarse a los cambios
Una investigación de McKinsey¹ en la que participaron más de doscientas organizaciones de todas las industrias y que fue dada a conocer en junio pasado (es decir, en plena emergencia sanitaria) marca muy bien lo que se espera que acarreará esta crisis provocada por el COVID-19: nueve de cada diez ejecutivos encuestados estiman que de aquí a cinco años cambiará drásticamente la forma en que se hacen los negocios y el 85% opina que la situación tendrá un impacto de largo alcance en las necesidades de los clientes. Para dos terceras partes del total este momento es el más retador de toda su carrera profesional.
Así que la palabra clave hoy es adaptación. Es importante que en cualquier escenario (sea a nivel de las empresas o en nuestra vida como individuos) visualicemos los cambios y nos subamos a esta nueva ola innovadora. En este sentido, los nuevos comportamientos nos dejan ver que la transformación digital (que aplica a todos los niveles, no sólo para las empresas) será un facilitador esencial para inclinarnos hacia la innovación y el pensamiento disruptivo.
En otras palabras, la digitalización es la llave que nos permitirá avanzar como país en la medida en que sea el ingrediente que impulse a las empresas a seguir creciendo y mantener sus costos a raya y a cada uno de nosotros a seguir aprendiendo y colaborando. Por un lado, porque, en las condiciones en que nos encontramos, la mejor forma de continuar haciendo nuestras actividades es a través del aprovechamiento de las plataformas digitales; y por el otro, porque las posibilidades que éstas nos brindan son las que abrirán las puertas de la innovación.
Para las organizaciones esto ya es muy claro: son conscientes de que para sobrevivir y prosperar en el futuro (tanto a corto como a largo plazo) deben ser capaces de crear y utilizar los servicios digitales.
Gestión de datos, elemento principal para impulsar el pensamiento innovador
Ahora bien, ¿cuál será el ingrediente que impulse los servicios digitales? ¡Los datos! Invertir en transformación digital significa invertir en capacidades de gestión de datos, entendiendo que se trata del habilitador del pensamiento innovador. Su cuidado es vital, pues lograr que los datos estén siempre disponibles, óptimamente administrados y altamente protegidos es la clave para el éxito.
Y por encima de esto, para sacar el máximo provecho de los datos en pro de una mayor inteligencia, vale la pena considerar que dicha gestión de datos se base en las tecnologías actuales y más innovadoras como la nube, el Machine Learning y la Inteligencia Artificial (IA), para, de esta forma, estar a la altura de los revolucionados tiempos actuales.
¹ Innovation in a crisis: Why it is more critical than ever, McKinsey.
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