Por Víctor Chávez
Director de atracción de talento de Grupo Human
Twitter: @GrupoHuman
Siempre se dice que los niños son como pequeñas esponjas que absorben todo tipo de conocimiento, ya sea negativo o positivo. Y eso es verdad. La infancia es una etapa en la cual la curiosidad está al máximo, la capacidad de retención es excelente y es el mejor momento para inculcar valores, fomentar disciplina y estimular su desarrollo intelectual. Por ello, es importante que durante estos años se forme a los niños y se les brinde las bases sólidas para su porvenir.
Apoyar a los niños para que exploten sus habilidades y competencias es una de las mejores acciones que se pueden hacer en favor de su futuro. En muchas ocasiones, los pequeños muestran tener habilidades o aptitudes que de estimularlas correctamente se les estaría dando las herramientas necesarias para enfrentar el mundo -de por sí ya
complejo- que les depara.
Una excelente forma de llevar a cabo esto es fomentar un liderazgo positivo, así podrán trabajar diferentes habilidades, competencias y áreas que de manera inminente se les demandará al crecer, además de favorecer su trayectoria académica y futuro profesional. La clave para lograrlo es desarrollar en ellos su inteligencia emocional, haciendo que tengan buena autoestima y confianza en sí mismos.
La tarea primordial de padres y maestros es hacer que los niños se sientan seguros, que reconozcan sus logros y propicien ambientes positivos. Asegurando estos tres aspectos, se puede dar paso a diferentes actividades o estrategias que contribuirán a formar el liderazgo en los niños en función de su edad y acorde con el perfil de cada uno de ellos. Algunas ideas para cumplir este propósito son:
· Predicar con el ejemplo: Comportarse como un líder frente a los niños es fundamental para que ellos puedan aprender del ejemplo de una figura de autoridad, ya sea madre, padre o maestro.
· Comunicación de líder: Que los niños aprendan a escuchar para poder comunicarse de manera clara, efectiva y significativa, tal como lo haría cualquier líder. Tomar en cuenta su opinión y permitirles que expresen sus ideas y tomarlas en consideración para las decisiones que se deban tomar.
· Involucrar para actuar: A veces los niños no comprenden la razón de alguna indicación o situación porque no se les involucra. Hay cuestiones o temas que les afectan directamente, por lo que si se les explica y se toma en cuenta su opinión, el niño se asumirá como parte del hecho de tal forma que se tomarán decisiones en conjunto o al menos entenderá el porqué de una decisión.
· Trabajo en equipo: Un niño necesita aprender que no es sólo él frente al mundo, sino que está rodeado de personas con diferentes características que cuando se unen se complementan y las metas u objetivos se alcanzan de manera más rápida. La mejor forma de lograrlo es que el niño forme parte de un equipo deportivo o de la actividad que más sea de su agrado.
· Iniciativa y creatividad: Por medio del juego se puede estimular la creatividad e iniciativa de los niños. Los adultos pueden escuchar las propuestas y llevarlas a la práctica; de esa forma, se ejercitará la imaginación, el pequeño valorará que se le tome en cuenta y en futuras ocasiones tendrá esa iniciativa de proponer actividades.
· Planificación y estrategia: Nuevamente el juego se hace presente, ya que por medio de éste los niños pueden aprender a planificar, tomar decisiones y crear estrategias para cumplir el objetivo que es ganar. Juegos de mesa, ajedrez, algún deporte o actividad extraescolar son buenas opciones.
· Coaching: No hay mejor consejo que el de un padre y, en segundo lugar, el de un maestro. A eso se reduce el coaching. No es una clase sobre comportamiento humano y cómo enfrentar situaciones de adultos, es responder a preguntas habituales de los niños como ¿por qué se mueven las estrellas? o aconsejar sobre cómo enfrentar una situación de bullying en la escuela. El mejor coaching para un niño es el conocimiento sobre la vida que sus padres le puedan dar y la confianza para externar sus sentimientos, dudas o temores.
· Ser niño es divertido: Tal vez el aspecto más importante. No hay que olvidar que los niños juegan, gritan, lloran, brincan y están llenos de inquietudes, pero a través de todo eso ellos mismos desarrollan un aprendizaje valioso que les permitirá crecer y hacer lo que decidan. Los adultos tienen el papel de orientar y apoyarlos durante el proceso, seguramente también se divertirán y aprenderán muchas cosas de ellos.
Cuando un adulto está con un niño, aprende pero sobre todo se divierte; a cambio, lo único que pide un niño es ser tomado en cuenta, que se le respete y valore su opinión o punto de vista. Si esto se logra, adulto y niño serán mejores líderes de lo que se puedan imaginar.
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