Por Óscar Romero
Director de ventas para México y el Norte de América Latina en Infor
Los Millennials deben ser una de las generaciones más analizadas de todos los tiempos. Así que hablemos un poco más de ellos, pero esta vez considerando cómo esta generación, con su tendencia a pasar horas enfrente de las pantallas, traerán cambios en todos los sectores y a las cadenas de suministro relacionadas.
La generación Millennial está tan conectada por medios móviles y redes sociales y, sin embargo, tan desconectada de la realidad del mundo. Hay un chiste, quizás ya algo gastado, que dice “invito a mis amigos para sentarnos todos juntos en la sala a mirar nuestras pantallas”. Sé que éstas son generalizaciones masivas -y no muy halagadoras- de toda una generación, pero estos chistes se originan del hecho de que las empresas y los empleadores están tratando de entender a una generación que será un tercio de la fuerza laboral en 2020 y el 75 por ciento en 2025. Y a medida que avanzan en sus carreras y adoptan roles más senior en las empresas, los millennials tendrán mayor poder adquisitivo. Y el no saber todavía por qué eligen determinados productos o cierto estilo de vida atemoriza a los ejecutivos y a sus equipos.
¿A esta generación le importan los modelos actuales de negocios? ¿Valoran más las marcas, el precio, la comodidad o la selección? ¿La cadena de suministro está establecida como para continuar brindando los productos y servicios relevantes para un grupo de compradores hiperconectados con acceso a más información que ninguna otra generación hasta ahora? ¿Y qué tiene que ver el internet de las cosas con todo esto?
Las marcas, empresas de retail y sus cadenas de suministro deberán ser muy sensibles porque los consumidores (cada vez hay más millennials entre ellos) esperan y demandan un nivel de servicio, experiencia e interacción digital sin precedentes.
Una encuesta reciente de YouGov sobre millennials y cómo se relacionan con las marcas descubrió que el 61 por ciento de los compradores entre 18 y 34 años había cambiado de marca en los últimos doce meses. Muchos de ellos alegaron como razón principal la cadena de suministro. Ya sea por la calidad del producto, disponibilidad, responsabilidad social o sustentabilidad, estos jóvenes compradores comentaron que lo que pasa detrás de escena les importa. No es sólo el reconocimiento de la marca, es demostrar el trabajo y probar que los productos se realizan en una manera que reflejan sus valores. Estos clientes valoran la transparencia. Los millennials no aceptan que lo que se les dice es verdad, lo cuestionan y cuentan con todas las herramientas para conocer las respuestas.
Lo que nos trae de nuevo al IoT…
Con la capacidad de conectar con una mayor cantidad de objetos y ver partes de la cadena de suministro, que de otra manera no podrían verse, ya no hay excusas de no saber qué pasa en la cadena de suministro, si en las fábricas hay explotación infantil o si desechan químicos al agua corriente. La ignorancia ya no es una opción. Ahora las empresas se encuentran bajo la mirada microscópica de los jóvenes consumidores y deben contar con los medios para recolectar y detallar los datos de sus productos.
El IoT puede ser el medio idóneo para contar con esos datos. Una mayor conectividad en la red de la cadena de suministro, junto con machine learning, ayudarán a validar que la empresa está cumpliendo con las normas requeridas por un valioso segmento de clientes.
Así que no deberíamos ser tan duros con los millennials y todas esas nuevas costumbres que intentamos entender. Quizás soy demasiado generoso en darles crédito por poner mayor presión en la transparencia de la cadena de suministro, pero no hay duda de que sus patrones de compras y comodidad con la tecnología digital son el mayor catalizador para lograr mayor apertura de la información.
La lucha por lograr mayor visibilidad y conocimiento de la cadena de suministro beneficia a todos los clientes. Brinda la habilidad de una mejor toma de decisiones y mayor influencia para lograr calidad y sustentabilidad en las marcas que seleccionamos. Realmente el poder pasa al consumidor.
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