Por Jonathan Klip
Director general de Recrea
Hace algunos días, uno de los colaboradores de Recrea, la agencia de marketing que dirijo, me preguntó qué significaba Happy Marketing. Mi respuesta fue breve: conectar a las marcas con el público objetivo a través de experiencias positivas.
Las columnas que estaré publicando en The markethink tratarán de dar la respuesta larga a dicha pregunta y, de paso, analizar el momento que vive el marketing en el país desde mi humilde perspectiva.
Me gustaría empezar hablando de los millennials y su asombrosa forma de cambiar el consumo en el mundo. La generación nacida entre mediados de los 80’s e inicios de los 90’s ha influido radicalmente en la forma en la que nos comunicamos, adquirimos, nos divertimos y nos relacionamos.
Una investigación del Pew Research Center, de Washington D.C., exponía que nueve de cada diez millennials estadounidenses contaban con teléfonos inteligentes, lo cual ha empujado a las generaciones anteriores a adaptarse a esta tendencia. Otro dato relevante es el crecimiento del e-commerce en México: se calcula que cada año se incrementa a doble dígito (de 2016 a 2017 su crecimiento fue del 28 por ciento y se espera que las cifras al cierre de 2018 incluso sean más positivas).
De ahí el crecimiento abrumador de agencias de marketing digital en el país. De pronto, todo el mundo volteó a ver el terreno digital como la gran oportunidad de negocio. “Seamos disruptores, hagamos una agencia de marketing digital”, dijeron como 100 mil personas. Muchos se han olvidado de otras características que también tienen que ver con la manera en la que los millennials transforman el mundo.
¿Qué se colecciona en la actualidad, además de gadgets? La respuesta es sencilla: experiencias.
Un estudio realizado por Charles Schwab destaca que esta generación gasta en restaurantes (79%), conciertos y eventos (73%), y aplicaciones de transporte (60%), entre otros. Queda claro que esta generación no sólo busca desesperadamente el mejor celular, sino también las mejores vivencias: desde conciertos hasta viajes. Y está muy dispuesta a pagar por aspectos que antes no considerábamos tanto, como la comodidad, la seguridad y la rapidez.
De ahí, surge una de las bases que dan razón a la existencia de Recrea: tratamos de involucrar a los productos para llevar felicidad en forma de experiencias. Un ejemplo: hace algunos meses, tuvimos la oportunidad de trabajar con una marca de tecnología, para lo cual creamos la iniciativa de un cine al aire libre. La respuesta fue inmediata. Cientos de personas se formaron para tomar sus palomitas, sentarse en una butaca y dirigir su atención a la proyección.
Suena simple, pero en un mundo que gira en torno a campañas que se rigen en cuántos impactos pueden obtener en redes sociales, nos hemos empezado a olvidar de algo muy importante: somos seres sociales.
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