Por Hugo Vidal
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Con algo de inquietud asistí a ver X-Men Apocalipsis, la tercera entrega de la trilogía de X-Men First Class que se presenta como la cúspide en cuanto a la historia de los nuevos mutantes. Debo decir que la aventura no defraudó, para los que somos fans de los personajes me atrevo a afirmar que ninguno quedó a deber.
Esta última entrega narra el resurgimiento de Apocalipsis, el primer mutante de la historia quien fungía como semidios durante el antiguo Egipto y quien es traicionado por sus súbditos y enterrado en los restos de una gran pirámide oculta a la vista del mundo moderno.
En su resurgimiento se dedica a reclutar a los mutantes que considera valiosos para convertirlos en sus cuatro jinetes a fin de que se transformen en su ejército personal para dominar al mundo.
La personificación del profesor Xavier por parte de James McAvoy ya es redonda, lo mismo ocurre con Nicholas Hoult y su interpretación de Hank McCoy -el azuloso Bestia-, Evan Peters como QuickSilver y Jennifer Laurence, aunque se notó una intención de hacer más presente a la ganadora del Oscar que a la mutante cambia formas Raven. Incluso, Night Crawler, interpretado por Kodi Smit-McPhee, resulta convincente y agradable. Olivia Munn hace una excelente Psylocke y Alexandra Shipp hace que nos olvidemos de Halle Berry.
Mención aparte merece Michael Fassbender, quien funciona excelente como el padre de familia resuelto a reconstruir su vida y está en la encrucijada de ser un jinete del apocalipsis o buscar su lado bueno.
Por otro lado es el guatemalteco Oscar Isaac quien se siente perdido durante toda la cinta, su maquillaje no logra trasmitir esa sensación real de amenaza, resulta acartonado y nunca se ve como un ser que puede alterar una ciudad completa para convertirla en una inmensa ciudadela estilo egipcio.
La parte menos afortunada de la cinta es la gran cantidad de historias que no llegan a ninguna parte y que impiden que el espectador se enganche con un personaje en específico. Vemos a Raven o Mistique como salvadora de mutantes, el regreso de Quicksilver con el gag más entretenido de la cinta o la dificultad de la nueva Jean Grey para tener bajo control sus poderes mutantes y que nunca son explicados a los espectadores ajenos a los personajes o a la franquicia.
En general, es un espectáculo que se puede ver sin dificultad a pesar de las dos horas veinte minutos de duración. Los fans la encontrarán familiar y agradecerán la gran cantidad de guiños y pistas sobre las siguientes cintas de la franquicia.
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