abogado de bienes raíces

Por Francisco Javier Riveroll
Socio director de Riveroll Bienes Raíces, S.C.

Ahora que una persona que aprecio mucho me dijo que me considera un mexicano “rifado” por lo que me ha sucedido en la vida para llegar a ser un empresario en bienes raíces, me interesó mucho el tema y me pareció que puede también ser del interés de los lectores relatarles brevemente cómo llegué a esta etapa de mi vida.

Todo comenzó cuando, después de 16 años de intenso trabajo como abogado en las áreas corporativa, financiera e inmobiliaria, los últimos diez siendo socio de un despacho de abogados de muy buen prestigio, sin tener casi nada de vida familiar, pues nunca veía ni convivía con mis hijos durante sus primeros 16 años de vida, decidí renunciar a ese trabajo y fundar mi propio despacho, pero lo más importante: ya empezaría a tener vida familiar, yendo a comer a mi casa, a convivir mucho más con mi esposa e hijos. Pero mi gran error cuando renuncié a ese despacho de abogados fue ¡no consultar con anticipación esa decisión con mi esposa!

Tuve la suerte de que, desde el momento en que fundé mi propio despacho de abogados con un socio, encontramos una fórmula de trabajo de asesoría legal personalizada de alta calidad que les gustó mucho a nuestros clientes, cobrándoles tarifas más bajas que las que cobraban los despachos de mayor prestigio en México.

Sin embargo, después de dos años de haber abierto el despacho, precisamente el día en que mi socio, que era un abogado experto en el ámbito bursátil, consiguió las autorizaciones de la Bolsa Mexicana de Valores y de la Comisión Nacional de Valores para colocar en el mercado bursátil mexicano unas acciones de una conocida empresa de almacenes de accesorios y herramientas para el hogar, el cliente nos avisó que otra gran empresa del mismo segmento le estaba comprando todas sus instalaciones y todas las acciones de sus accionistas.

Entonces, a mi socio le entró una gran depresión y “abandonó el barco”, dejándome solo y con una gran carga laboral pero con buenas perspectivas de crecimiento, el cual logré tener durante un año y medio más hasta que llegó un grupo empresarial inmobiliario muy grande -el tercero más grande del país en ese momento- y me ofreció ser su director jurídico, por lo que -ahora sí previa consulta con mi esposa- tomé la decisión de cerrar el despacho y aceptar la oferta.

Pero esa dicha sólo me duró cuatro meses, porque los dueños de ese grupo inmobiliario y yo no hicimos el click necesario para trabajar conjuntamente. Y me quedé sin empleo, pero había que seguir manteniendo a la familia (querían seguir comiendo bien) y pagando las colegiaturas de las universidades de mis hijos, la hipoteca de mi casa y las tarjetas de crédito.

Entonces me contrató otro despacho de abogados como socio corporativo y así trabajé durante cinco años hasta que “el agua me llegó al cuello” y tuve que tomar una decisión irremediable: vender mi casa, para poder pagar mis deudas y compromisos económicos, comprar una casa más chica y empezar un nuevo ciclo…

Venta de la casa fue el acercamiento al mercado de bienes raíces

Fue cuando vendí rápidamente esa casa que me di cuenta de que los bienes raíces serían lo mío en el futuro, lo cual empezó hace doce años y a partir de entonces he aprendido muchísimo de este fascinante mercado de bienes raíces en México.

En ese momento me di cuenta de la conveniencia de independizarme para tener la plena libertad de hacer las cosas “a mi manera” (“My Way”, así se llama mi canción favorita de Frank Sinatra) y con mis propias reglas, combinando la especialidad y experiencia como abogado inmobiliario con la gran afición y fascinación que siempre he tenido por las rentas y ventas en general, y ahora específicamente de inmuebles.

Considero que para nuestros clientes en la inmobiliaria es un plus interesante y muy útil tener un respaldo jurídico diario en sus operaciones. El estilo que he tratado de implantar en Riveroll Bienes Raíces, al igual que el de mi forma de ser como un abogado con actitud constructiva y positiva, ha sido el de ofrecer un servicio profesional, personalizado y buscando lograr que mis clientes estén seguros, satisfechos y contentos con los resultados que les damos en la compañía.

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