Por Manuel Méndez
Voz oficial de Big Brother y fundador de 8 y Media
Hola, espero que te encuentres muy bien. En esta ocasión platicaré de un tema que he visto crecer silenciosamente, que merma la seguridad y acaba con las personas y su economía: la cursitis aguda. Quizás no te has dado cuenta de que alguien cercano la padece o incluso tú mismo estás en medio de esta tormenta.
Te explico qué es la cursitis…
Decides capacitarte, tomar algún curso (en mi caso, como maestro de locución, platicaré lo visto por muchos alumnos), buscas y te informas. Algunos estudiantes no se informan muy bien, sólo se deslumbran con promesas o bonitos anuncios, pero terminan convencidos de que es su pasión y es momento de cumplir su sueño, mientras que otros más ya se cansaron de escuchar que su voz es un desperdicio porque no la explotan como deberían.
La decisión está tomada, ahora a encontrar quién pula esa voz, ese talento. No es que no exista, pero la luz también se apaga con malas decisiones. Aquí comienza el camino, en Google o en nuestro buscador favorito tecleamos “curso de locución” y lo que parecía una decisión fácil se comienza a convertir en algo bastante complicado al encontrar cientos de ofertas, promociones, promesas y diversidad de posibilidades.
Ahora hay que resolver otro tema, el presupuesto. En este rubro encontramos varios panoramas. No hablaré mal de nadie, porque estoy convencido de que todos los cursos funcionan, pero no todos los cursos están hechos para ti o tú para ellos. Los cursos más económicos normalmente son cursos pregrabados, videos y textos bien diseñados, pero duros, establecidos, cuadrados, con un costo que va desde los 300 pesos. Algunos traen la primera trampa, sí, 300 pesos el primer módulo… de millones de ellos, donde seguro terminarás desesperado en poco tiempo y esos 300 pesos comenzarán a hacerse pesados de módulo en módulo.
Quizás no sea lo tuyo eso de ver, leer y hazle como puedas. En lo personal, en el mundo de la locución y de muchas otras áreas por aprender, se requiere de retroalimentación, de una experiencia personal, en vivo, a distancia y digital, pero con otro humano que te entienda y solucione del otro lado de la aplicación de videoconferencia; sin embargo, hay a quienes les funciona, les gusta y está bien.
También hay cursos más costosos, ya sea por el lugar, el renombre de una marca, el profesor o las promesas, ufff, hay tantas opciones por las cuales puede ir incrementando el costo. Aquí te invito a reflexionar: ¿Cómo te gusta aprender? ¿Cómo te gusta que te expliquen? ¿Buscaste entre las opciones? ¿Quién y cómo imparte sus clases? ¿Cuál es la duración, la meta y la metodología?
Te invito también a otra reflexión, y créeme que la hago porque he visto a muchos estudiantes que, al no ser honestos consigo mismos, terminan perdidos en la nada: ¿Para qué quieres estudiar locución? (lo menciono porque es el ejemplo que tomé referente a lo que he visto), porque si crees que con ello obtendrás resultados mágicos, estás en un error. ¿Para ganar mucho dinero? Error, salvo sus extraordinarias excepciones. ¿Para tener fama inmediata? Error…
Si cometes estos errores, caerás en un profundo pozo sin fondo y entonces pasará lo siguiente: comenzarás a culpar lo externo y eso te hará gastar mucho, queriendo tapar un agujero creado por la falta de verdadera preparación, pues estarás más ocupado en esa fama que quieres y crees que al terminar el curso obtendrás o en cómo te gastarás los millones que están por llegar a tu bolsa cuando ni siquiera has podido leer bien, respirar y manejar correctamente el diafragma (demonios, ¿diafragma?), y ya no hablemos de intenciones, modulaciones, etcétera, etcétera, etcétera.
Y entonces te preguntarás cómo es posible que haya sucedido esto si es tu pasión? Todos tendrán la culpa menos tú, así que comenzarás a buscar los artefactos más caros y las apps más caras porque “lo necesitas” y es indispensable para lograr tu objetivo… de nuevo, error.
Por experiencia propia, te cuento que he grabado comerciales con el teléfono celular y el micrófono de manos libres y el resultado ha sido satisfactorio. Obvio no son las mejores circunstancias, pero lo pongo como ejemplo de que lo costoso no necesariamente es lo mejor, que las marcas no hacen tu talento, eso lo lleva uno y lo pule con trabajo, dedicación y esfuerzo.
Desde luego, existen herramientas que ayudan y mucho, hay para todo tipo de presupuestos y gustos. Algunas incluso se han aplicado dando talleres que ayudan a mejorar lo aprendido, a pulir la experiencia con mejores resultados.
Como parte del aprendizaje, debes invertir en lo que haces, en ti, en tu trabajo. Comienza con lo más básico y barato, pero poco a poco ve ahorrando y de lo ganado aparta un porcentaje para inversión con el fin de mejorar tu estudio, tu micrófono, tus audífonos, tus herramientas. Con gusto puedo compartirte lo que yo uso y mi experiencia con diversas marcas, apps, etcétera.
La seguridad en lo aprendido, en el esfuerzo por practicar y mejorar, te dará lo necesario para que no caigas en la cursitis: buscar un curso, luego otro, después otro y conforme pasa el tiempo no te sientes seguro ni capaz. Quizás ya tienes las herramientas en locución, pero aquí el problema no son esos cursos, aquí el taller que necesitas es para vencer el miedo, dar el paso, lanzarte y hacerlo, creer en ti.
Los castings son los primeros pasos que probablemente dolerán pero te servirán de práctica, para conocerte a ti, tus reacciones y cómo superas cada obstáculo. La práctica hace al
maestro y es real, un buen curso te dará las herramientas necesarias, a partir de ahí es intentarlo una y otra vez, ser objetivo contigo mismo está en ti.
¿Qué tanto estás dispuesto a sacrificar para mejorar? Te comparto de nuevo una frase que me gusta aplicar en la vida: Lo querrás tanto como lo cuides y lo cuidarás tanto como lo quieras.
Gracias de nuevo por llegar hasta aquí. No dudes en enviar tus comentarios o preguntas al confesionario, con gusto las leeré y responderé. Un favor, sonríe y sé feliz.
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