Por Marien Garza
Miembro del consejo consultor de nutriólogos de Herbalife
Dentro de las muchas actividades que tenemos para hacer ejercicio, trotar o correr es una de las más populares por ser de fácil acceso, además de llevarse a cabo prácticamente sin necesidad de un implemento adicional.
Cuando corremos, llevamos a cabo múltiples procesos físicos, químicos, biológicos, biomecánicos y cognitivos que nos ayudan a desarrollar diferentes capacidades condicionales y coordinativas. Sin embargo, hoy te quiero hablar acerca de los beneficios interpersonales que están implícitos cuando haces de la carrera un hábito. Es decir, lo que ocurre en tu entorno social cuando practicas este deporte.
Correr con personas afines a nuestros intereses tiene varios beneficios
Como cualquier otra actividad, al correr es importante buscar espacios propicios para hacerlo como parques, pistas, centros deportivos, senderos o incluso a la orilla de la playa. Seguramente no eres el único, así que cuando llegues al sitio destinado para tu entrenamiento hallarás a más personas que obtienen un beneficio personal a través del ejercicio.
Somos seres sociales y nos entusiasma la idea de pertenecer a un grupo con el cual compartimos intereses y aficiones, alguien con quien conversar de los pormenores de correr, las travesías por las que en ocasiones nos enfrentamos e incluso los logros alcanzados. Poder platicar con quien nos entienda porque hablamos el mismo idioma, sin temor de ser criticados si pasamos mucho tiempo discutiendo acerca de qué tipo de calzado es mejor o qué clima es el más adecuado para correr. Este tipo de aportaciones son recibidas y atesoradas por nuestro interlocutor, ya que se vuelve información valiosa a ser tomada en cuenta para futuras carreras.
Quizá en el momento justo de realizar la acción de correr, hay quienes prefieran el uso de audífonos y concentrarse en sus propios pensamientos, en su respiración o en la técnica, pero es un hecho que antes o después existe una interacción con el entorno y con las personas que se encuentran en él. Lo que comienza siendo un saludo fugaz de sólo levantar las cejas con alguien que estaba corriendo por el mismo sitio se va transformando en un “buenos días”, seguido de una planificación de entrenamientos en conjunto, hasta convertirse en un aliado de dicha actividad para hacer una hermandad o formar un grupo.
Por supuesto que, mientras más nos integremos a estos grupos, más actividades afines realizaremos. Quizá lo que comenzó con un trote suave cada mañana se transforme en recorrer distancias cada vez mayores, inscribirse a una carrera temática o incluso un maratón y todo por juntarse con personas que se animan mutuamente.
Si estás pensando en iniciar una actividad física, asesórate con un especialista que te ayude a realizarla de manera segura y efectiva.
Y ahora sí, ¡a correr y ser feliz!
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